Surgimiento y afán de libertad
Las mujeres del Biedermeier se sublevan
La principal tarea de las mujeres burguesas en el año 1800 era mantener la comodidad en el ámbito familiar; la influencia de la mujer comprendía mayoritariamente los quehaceres del hogar y la maternidad. No se discutía si deseaba o no seguir esta “vocación” y resultaba impensable su participación en asuntos públicos, y menos aún en la política.
Leopoldine
Emperatriz de Brasil (1797—1826)
La vida de Maria Leopoldine Josepha Caroline de Austria, hija de Francisco I, fue corta y dolorosa. A pesar de los estragos de su desolador y violento matrimonio, tendría un papel indispensable en el destino de la Nación Brasileña. En mayo de 1817 tuvo que casarse per precurationem con el príncipe heredero Pedro de Braganza, cuya familia, huyendo de la ocupación napoleónica en Portugal, había buscado refugio en Brasil. El Príncipe Metternich había arreglado el matrimonio personalmente y llevó a Leopoldine, quien entonces tenía 20 años, a la corte portuguesa en Río de Janeiro donde residiría junto a su marido. Ella aceptó seguir el camino dictado por su condición social. De esta forma pudo dedicarse de manera limitada a perseguir su verdadera pasión, la investigación en ciencias naturales. No obstante, esto no le impidió traer numerosos científicos a su país de adopción ni dirigir, en la medida de lo posible, sus propias investigaciones. Como la mujer culta e inteligente que era, brindó consejo político a su marido llegando a convencerlo de declarar la independencia de Brasil en 1822. Esta hábil jugada llevó finalmente a la coronación de Pedro como Emperador de Brasil, convirtiéndose Leopoldine de esta manera en Emperatriz. En los años posteriores, su matrimonio se vio opacado por el comportamiento abusivo e infidelidades de Pedro. Leopoldine murió en 1826, diez días después del aborto involuntario de su octavo hijo y probablemente como consecuencia del maltrato de su marido, no habiendo alcanzado aún los treinta años de edad.
Ida Pfeiffer
Escritora de viajes (1797—1858)
Ida Pfeiffer, apellido de soltera Reyer, desarrolló su vocación ya alcanzada una edad. Creció en compañía de sus cinco hermanos y compartía tanto su vestimenta como sus intereses. Sin embargo, tras la muerte de su padre, su madre asumió la tarea de educar y vestir a su hija de acuerdo con la mentalidad de la época. Ida nunca perdería su carácter fuerte y determinado. Recién cumplidos los cuarenta, después de separarse del abogado Mark Anton Pfeiffer, con quien se había casado a la edad de veintitrés más por razones pragmáticas que por un apego emocional, dicho carácter volvería a aflorar. Cumplió sus sueños de viajar e investigar y dejó atrás la vida que había llevado previamente, que hasta el momento había sido bastante convencional y acorde a los patrones preestablecidos. En el año 1842 Ida Pfeiffer embarcó desde Viena, en lo que sería un viaje de nueve meses por Oriente Próximo. A este le siguió su primer viaje alrededor del mundo. Entre 1846 y 1848 visitó, entre otros, países como Brasil, Chile, Tahití, India y China, desde donde trajo colecciones de insectos, plantas y minerales, algunos de los cuales todavía hoy están expuestos en el Museo de Historia Natural de Viena. Tres años más tarde emprendió la exploración de Sudáfrica, el Sudeste Asiático y América del Norte y del Sur. Su viaje final, en 1856, la llevó a Madagascar, donde contrajo malaria y por ello debió volver pronto a Viena donde murió poco después a causa de esta enfermedad. Ida Pfeiffer dejó a las generaciones futuras sus diarios de viaje de amplia difusión que ya para entonces la habían convertido en una figura de gran inspiración para muchas personas. A solicitud de Alexander von Humboldt se convirtió en la primera mujer en ser miembro de la Sociedad Geográfica de Berlín. En la actualidad, gracias a su determinación, es conocida como una figura que ya en tiempos del Biedermeier fue ejemplo del surgimiento de una mujer emancipada y viajera del mundo.
Karoline von Perin
Pionera del movimiento de los derechos de la mujer en Austria (1806—1888)
A la edad de veinticuatro, la hija de una noble y acomodada familia vienesa se casaba acorde a su condición social con el Barón von Perin-Gradenstein. Sin embargo, su marido murió joven, por lo que tuvo que educar a sus tres hijos sola. Más tarde, en 1845, comenzó una relación con el crítico de música y acérrimo defensor de la democracia Alfred Julius Becher. El 21 de agosto de 1848, Viena fue testigo de la primera manifestación liderada por los obreros, cuyos salarios, ya de por sí bajos, habían sido disminuidos aún más. Una segunda manifestación fue reprimida por los miembros armados de la Guardia Nacional Imperial, dejando un saldo de dieciocho muertos y casi trescientos heridos. En reacción a ello, Karoline von Perin fundó el Wiener demokratischen Frauenverein (Asociación vienesa democrática de Mujeres).
Durante el Levantamiento de Octubre de 1848 en Viena organizó una manifestación frente al Parlamento de Austria, debido a la cual tuvo que disolver la asociación y tanto ella como Julius von Becher fueron arrestados. Este último fue ejecutado por un escuadrón de fusilamiento mientras que Karoline von Perin fue maltratada por la policía. Más tarde tuvo que abandonar Viena separándose tanto de sus bienes como de sus hijos. Exiliada en Múnich escribió sus memorias tituladas Ungedruckte Aufzeichnungen (Apuntes no impresos) en las cuales se desligaba públicamente de la revuelta en Viena. Después de haber recibido el permiso para regresar a su país natal, fundó una agencia de empleo y se retiró de la vida pública. Sus ideas democráticas y de emancipación eran vanguardistas para la época. Desafortunadamente no vivió para ver crecer y florecer la semilla que había plantado.
Durante el Levantamiento de Octubre de 1848 en Viena organizó una manifestación frente al Parlamento de Austria, debido a la cual tuvo que disolver la asociación y tanto ella como Julius von Becher fueron arrestados. Este último fue ejecutado por un escuadrón de fusilamiento mientras que Karoline von Perin fue maltratada por la policía. Más tarde tuvo que abandonar Viena separándose tanto de sus bienes como de sus hijos. Exiliada en Múnich escribió sus memorias tituladas Ungedruckte Aufzeichnungen (Apuntes no impresos) en las cuales se desligaba públicamente de la revuelta en Viena. Después de haber recibido el permiso para regresar a su país natal, fundó una agencia de empleo y se retiró de la vida pública. Sus ideas democráticas y de emancipación eran vanguardistas para la época. Desafortunadamente no vivió para ver crecer y florecer la semilla que había plantado.
Fanny von Arnstein
Salonnière y dama de sociedad (1758—1818)
En Viena, el salón literario y musical de Franziska “Fanny” von Arnstein estaba en boca de todos – en particular durante la época del Congreso de Viena. Éste seguía el estilo de los grandes salones de Berlín y París y era el lugar de encuentro de una elite artística, diplomática y política. Conocida como la más famosa salonnière de la ciudad de la época, von Arnstein cautivaba por su encanto excepcional, por su hospitalidad y por sus dotes de conversación estimulante e inteligente. Entre sus invitados se encontraban personalidades como Madame de Staël, Wolfgang Amadeus Mozart, Wilhelm von Humboldt o el Duque de Wellington. En 1776 Fanny, oriunda de Berlín, se mudó junto a su marido, el banquero vienés Nathan Arnsteiner, a Viena, donde debió enfrentar la discriminación y el desprecio a causa de su origen judío. Nunca ocultó su origen prusiano ni su pertenencia religiosa, sino que por el contrario se esforzó por mejorar las relaciones entre cristianos y judíos. A pesar de no haber escrito obras literarias, Fanny von Arnstein era muy culta y sus contemporáneos la mencionaron en numerosos informes, entusiasmados todos ellos por su carisma. Como gran mecenas de la música, fue cofundadora de la Gesellschaft der Musikfreunde (Sociedad de Amantes de la Música) y su salón fue la piedra angular y el paradigma de la cultura del salón vienés. Junto con otras salonnières conocidas como Rahel Varnhagen y Henriette Herz contribuyó a la emancipación y educación continua de las mujeres (sobre todo judías).
Therese Krones
Actriz y cantante (1801—1830)
Therese Krones, conocida más tarde por los críticos simplemente como la Krones, era la favorita indiscutible entre las filas del público del Alt-Wiener Volkstheater (género antiguo de teatro popular de Viena). Sus interpretaciones obtenían grandes elogios; su personalidad encantadora y atrevida, además de su acertado sentido cómico, eran objeto de adoración. Con tan solo 5 años, su padre fundó junto a su madre y a sus dos hijos Therese y Josef una compañía de teatro itinerante para recorrer y actuar por las regiones de Moravia, Hungría occidental y Baja Austria. Cuando la relación de sus padres se rompió y, por lo tanto, la compañía de teatro se disolvió, Krones aceptó compromisos en Zagreb, Graz y Liubliana, antes de que en 1821 fuera contratada por el Teatro de Viena de Leopoldstadt. No tardaría en disfrutar de las mieles del éxito. Con sus actuaciones en las óperas de Adolf Bäuerle Aline y Lindane se ganó al público y a partir de entonces no se concebían los escenarios vieneses sin su presencia. Su colega de teatro Ferdinand Raimund escribió para ella el papel de la “Juventud” en su obra Der Bauer als Millionär (El campesino cual millonario) (1827), que se convertiría en su mayor éxito, a tal punto que ni siquiera su escandalosa aventura amorosa con el ladrón y asesino Severin von Jaroszynski pudo empañar su popularidad. Abandonó este teatro en enero de 1830 para actuar como actriz invitada en el Theater an der Wien. Por razones de salud se vio obligada a abandonar este compromiso tan solo dos meses después y murió al finalizar el año en Viena. Las actuaciones fascinantes y audaces de la Krones se recuerdan hasta la actualidad.