Klimt y su mecenas
en la “Viena de 1900”Después de sus años escandalosos, de las agitaciones sobre el Friso de Beethoven y de las pinturas para las facultades, a principios del siglo XX Klimt se alejó cada vez más de los clientes públicos. Los grupos burgueses de la gran industria, sobre todo de la Viena judía, se crearon en torno a los célebres maestros. Klimt recibió diversos encargos, pero muchos estaban relacionados con la fundación de la Secesión vienesa en 1897, con la formación del Wiener Werkstätte (Taller de Viena) en 1903 y con sus cofundadores Josef Hoffmann, Kolo Moser y Fritz Waerndorfer. Dentro de este grupo de coleccionistas y artistas es importante mencionar muchos nombres famosos, incluyendo especialmente a Sonja Knips, Karl Wittgenstein, Eugenia y Otto Primavesi, Adele y Ferdinand Bloch-Bauer, Bertha y Emil Zuckerkandl, Carl Reininghaus y, probablemente, los mayores coleccionistas de Klimt: Serena y August Lederer. Todos ellos fueron los primeros que compraron cuadros famosos y poseían también numerosas obras sobre papel de Klimt.
Algunos de los mecenas de Klimt le ayudaron también en situaciones económicas difíciles o participaron en el rescate de su patrimonio cultural. Junto a Carl Reininghaus hay que agradecer sobre todo a Serena y August Lederer que el Friso de Beethoven fuera conservado después del final de la exposición de la Secesión en 1902, y también que las pinturas de Klimt para las facultades de Jurisprudencia y Filosofía estuvieran en la colección de la familia Lederer antes de que, en 1945 como consecuencia de la Segunda Guerra Mundial, se quemaran en el castillo Immendorf en la Baja Austria. Fritz Waerndorfer, financiero de la Wiener Werkstätte, le regaló a Gustav Klimt el mobiliario para su estudio, que todavía se conserva en gran parte. En homenaje a los maestros del arte moderno, Fritz quería pintar el estudio de Klimt, en el distrito ocho de Viena (Lerchenfelderstrasse 21), de su propia cuenta y equiparlo con valiosos muebles de la Wiener Werkstätte, diseñados por Josef Hoffmann. La planeada “sorpresa” no fue un secreto para Klimt, que trabajaba en los preparativos de su exposición para la Secesión. Klimt solicitó encargarse de la nueva decoración después de que la exposición acabara. El fotógrafo favorito de Klimt, Moritz Nähr, documentó el mobiliario para la posteridad.