El Friso de Beethoven
(1902)Josef Hoffmann planificó el diseño de la sala de la exposición. Se trataba de conseguir un marco adecuado para la obra de Klinger y presentarlo todo deliberadamente bajo una idea general. Una característica peculiar de la exposición fue que las obras no venían acompañadas de los nombres de los artistas, sino de sus iniciales. El catálogo ha sido considerado, hasta el día de hoy, como una de las presentaciones de exposiciones artísticamente más perfectas de todos estos años.
El Friso de Beethoven de Gustav Klimt abría la visita a la exposición en el ala izquierda. La alegoría monumental sirve hoy en día para dar inicio a su “época de oro” y como obra clave en el desarrollo del artista hacia el simbolismo. El extenso aislamiento del concepto humano, la función de las líneas para destacar el contenido y la ornamentación dominante caracterizan el diseño en general.
El Friso de Beethoven fue originalmente concebido como una obra de arte efímero en el contexto de la decimocuarta exposición de la Secesión, y como el resto de pinturas decorativas también debía ser retirado y destruido después de la exposición. Es de agradecer que finalmente el friso no fuera destruido, tal y como estaba previsto. Durante la exposición Klimt-Retrospektive, planeada durante los siguientes años, se acordó dejar la obra de arte temporalmente en la Secesión. En 1903, el coleccionista de arte Carl Reininghaus adquirió el friso, que fue segmentado en siete piezas, y éstas fueron tomadas de la pared y almacenadas durante 12 años en una bodega de muebles en Viena. En 1915, Reininghaus vendió el friso al empresario August Lederer, que fue uno de los patrocinadores más importantes de Klimt, y quien en aquel momento poseía como propiedad privada la colección probablemente más extensa e importante de pinturas de Klimt. En 1938 le expropiaron el friso a la familia Lederer, y éste acabó en manos de la “administración pública”. Después de la Segunda Guerra Mundial, Erich Lederer, miembro de la familia Lederer, decidió vender la obra a la República de Austria. Como parte de la renovación general de la Secesión, el mural de nuevo se encuentra expuesto para el público desde el año 1986, y de forma permanente.